miércoles, 19 de mayo de 2010

Sesimbra y Setúbal: encantadora calma portuguesa

Basta con rodar poco más de hora y media desde Badajoz por la autopista ancha y recta que lleva a Lisboa cruzando verdes campos y una suave orografía para descubrir, detrás de la abruptidad de las colinas de Azeitao, la calma de Sesimbra. Allí la vegetación da abrupto paso por el carreterín comarcal a un Atlántico inmenso y calmo desde donde se vislumbra al otro lado la delgada franja de tierra que forma el estuario del rio Sado.

Prolíficas aguas que explotan todavía pescadores con antiguos aparejos al modo de sus ancestros para que los restaurantes ofrezcan en sus vitrinas frescas y sabrosas especies preparadas magistralmente y a un precio irrisorio en comparación a las tarifas españolas. Restaurantes de trato amable que se han modernizado para conseguir mostrar al turista español y la cercana clientela lisboeta un aspecto acorde a la excepcional materia prima que brindan: excepcionalmente preparadas, crujientes y sabrosas zapateiras (gana la del restaurante Pedra Alta, servida con un delicioso pan tostado a la mantequilla), sabroso bacalao, voluptuosas navajas, magistral dorada y formidables parrilladas donde no se escatima en langosta.

Grandioso espectáculo gastronómico que lo es más si cabe gracias a la presencia de su fortaleça, que protegió a la población de invasiones y ataques corsarios, y ofrece un extraordinario balcón a la grandeza atlántica. De espaldas, la imponente muralla del castillo que corona la colina a la que es recomendable subir para contemplar la bahía y atisbar Lisboa en el horizonte.

Aire marino mezclado con campesino que se va convirtiendo, de vuelta a Setúbal, en una provincialidad con cierto toque decadente que se halla en su máxima expresión en las avenidas de la ciudad. Mientras desde el puerto deslumbra la claridad y finura de las arenas del estuario (rico en especies marinas y en el que habita una valiosa colonia de delfines) la desvencijada avenida principal da muestras de que el motor económico que fuera la industria conservera dejó de funcionar a pleno rendimiento hace tiempo. O será simple y llanamente que el reloj en Portugal va a otra velocidad, algo que lo hace un país encantador y en el que disfrutar de una calma perdida en la mayor parte del resto de Europa.


Setúbal y Sesimbra

No hay comentarios: