domingo, 13 de abril de 2008

La importancia de estar en el sitio oportuno en el momento justo


Grandísimos porteros han quedado privados de gozar de un lugar dentro de la historia del fútbol. Último hombre posicionado en el equipo y responsable en gran parte de que el balón entre o no, la soledad de su puesto es un problema también a la hora de concurrir a un puesto dentro del once titular: si el guardameta está bien puede serlo durante meses; si comete un fallo, su condena al ostracismo puede ser eterna. Decenas de cancerberos se han visto quitados de la gloria de un equipo grande porque han coincidido con otro igualado en condiciones, o porque han sufrido una lesión en el momento menos oportuno y ya era demasiado tarde cuando se recuperaron porque el compañero lo estaba haciendo bien. Claro que también se han dado casos contrarios. Me refiero a aquellos que poco dotados para ocupar uno de los cargos de máxima responsabilidad dentro del equipo se han visto beneficiados del rebufo generado por sus compañeros. Y digo todo esto a propósito del partido realizado ayer por Valdés. Antítesis de todo lo que se le exige a un buen portero -madurez, tranquilidad, don de mando, buena colocación, seguridad en las jugadas que no entrañan peligro- se hizo con el puesto en un momento en el que la portería del Barcelona estaba huérfana. Además, en Can Barça quisieron fabricar artificialmente lo que al Real Madrid le había dado la naturaleza: un fenómeno canterano como Casillas. El joven se vio aupado por un conjunto de jugadores como ha habido pocos en las últimas décadas, y ganó nada menos que dos ligas y una Copa de Europa. Ayer, ante el Recre(http://www.que.es/index.php/200804132545/Deportes/Competicion/El-Barcelona-vuelve-a-su-triste-realidad-ante-el-Recre-2-2.html), volvió a quedar claro que los de Rijkaard habrían conseguido mismo incluso jugando con un juvenil. Me pregunto en qué categoría jugaría Valdés si no hubiera tenido la suerte de encontrarse en el lugar preciso en el momento oportuno.

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