miércoles, 7 de mayo de 2008

Los tenistas son de otra pasta


Están hechos de otra pasta. Lo demuestran torneo tras torneo y especialmente en los Grand Slam, donde pueden disputar día sí, día también partidos que superan las 4 horas de duración. Nunca ponen como excusa el cansancio o los problemas musculares para justificar una derrota, y su fortaleza mental para concentrarse y soportar la presión es comparable a la de los grandes genios del ajedrez. Pero nuestros Rafael Nadal, David Ferrer, Carlos Moyà, Tommy Robredo, Nicolas Almagro, Juan Carlos Ferrero, Fernando Verdasco y Feliciano López han dado una muestra más de su grandeza. Negándose a participar en cualquier acto promocional o publicitario organizado por la Federación Española de Tenis demuestran que para ellos ganar está por encima de todo, aunque vaya en detrimento de unos intereses económicos que a la vez repercutirían en sí mismos. Juegan para inscribir su nombre en la leyenda de la Davis, y creen que la mejor forma de lograrlo es batiéndose en una localidad costera para no conceder metros de altura que concedan ventaja a su rival. Se sienten engañados y actúan en consecuencia. Ni soñando podríamos imaginar a los nombres bandera del deporte más seguido en España llevando la contraria a ese organismo regentado por una panda de amigos a los que siguen sin rechistar. Entre deportistas también hay clases y calañas.

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