A muchos clubes la grandeza no se la dan los títulos. Su complejo de inferioridad es tal que ni siquiera se calma con la consecución del trofeo más prestigioso del Viejo Continente. Andan cabreados en Manchester porque el Real Madrid le está tirando los trastos a su niño bonito, Cristiano Ronaldo. Acabará el portugués o no cabalgando por las bandas de Chamartín, pero el berrinche a los 'red devils' ya no se lo quita nadie. Quizás la historia les recuerde demasiado al robo de la joya de su anterior corona, David Beckham. Calderón está siguiendo los pasos del maestro Florentino en la embaucación de primeras figuras y, de momento, el futbolista lanza miradas y sonrisas coquetonas. No ha salido el portugués a decir rotundamente que desea quedarse todavía por un tiempo bajo el cielo gris inglés, seguramente porque debido a su carácter le atrae demasiado vivir en España y cerca de su novia mallorquina. Por eso Alex Ferguson (el Sir delante que se lo pongan ellos), sacó los pies del tiesto el otro día sacando el nombre de Franco cuando el presidente madridista dijo que la esclavitud está abolida y que el futbolista ha de ser libre a la hora de elegir equipo. Hoy Queiroz, ese hombre que pasó sin pena ni gloria por nuestra Liga cuando tenía en sus manos una de las plantillas más poderosas de la historia, ha insinuado que nuestro país quiere continuar con el dominio que, según algunos como él, nunca ha dejado de ejercer desde el siglo XVI. Se equivoca ese gran segundón que es Carlitos. Las relaciones ibéricas no tienen nada que ver en este asunto, y si hay alguna demostración de poderío por parte de alguien es la que realiza el club en el que todavía siguen queriendo jugar como opción preferencial la mayoría de los niños del mundo. Aunque acaben de ganar la Copa de Europa con el suyo.
miércoles, 28 de mayo de 2008
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