Equipo de fútbol en apuros o con ansias de grandeza permite la entrada en el accionariado de empresario de la construcción con posibles que, a cambio de echar una mano al ayuntamiento para mantener la seña de identidad de la ciudad y arrastrar un gran número de votos por el populismo que genera el deporte, es contraprestado con la concesión de obras públicas, promociones y recalificaciones varias. La fórmula se ha repetido de forma casi matemática en decenas de poblaciones, en algunas de las cuales ha llegado a ser flagrante independientemente de la categoría (ha alcanzado incluso a equipos de Tercera División). Pero se acabó. Ahora vienen vacas flacas y los que con tanta alegría despilfarraban su dinero en beneficio de clubes a los que muchas veces accedían porque pasaban por allí tendrán otras partidas presupuestarias a las que dedicar los activos destinados a los asuntos del balompié (léase también baloncesto, balonmano e incluso voleyball). Ha llegado el momento en el que podremos comprobar qué presidentes ejercen como tales por verdadero amor a sus colores.
lunes, 12 de mayo de 2008
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