Esta vez le ha tocado al Oporto. Al igual que sucediera con el Olimpique de Marsella corrupto, la tramposa Juventus o la totalidad de los equipos ingleses tras la tragedia de Heysel , la UEFA vuelve a impedir que uno de sus clubes participe en competiciones continentales. Es el castigo a dos intentos de soborno para verse favorecido. Bien. Que se persiga la adulteración de los campeonatos y las prácticas ilícitas es lo mínimo que se le puede pedir a una federación, pero nos encontramos con el problema de siempre: serán los aficionados portugueses los que se queden sin ver a su equipo en la Champions League. Ellos, que no tienen más culpa que encontrar aliciente en apoyar a su equipo y soñar que llegue a lo más alto. ¿No sería mejor establecer un buen sistema de depuración de responsabilidades para que los culpables paguen su fechoría? Por ejemplo, acordar con la justicia que sean suspendidos de las actividades empresariales que, como buenos directivos, habrán incrementando gracias a su vinculación al mundo del fútbol. Así pondríamos a salvo a hinchadas que ni pinchan ni cortan en las decisiones.
miércoles, 4 de junio de 2008
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